El fuego devoró mi hogar,
las paredes cayeron al suelo,
las sombras danzan alrededor
y mis gritos se unen al coro de agonía.
Ansiaba las llamas con fervor,
quemar cada piedra,
derribar esas paredes huecas,
el odio hacía eco en mi alma.
Pero ahora, la casa ya no existe,
fue reducida a cenizas y,
de manera irónica, se convirtió en una hoguera
en la que puedo quemar mis lágrimas,
tomar mi poder, liberarme.
Ya no existe, pero existió.
Las llamas son mi refugio,
el extintor de mi dolor,
los reflejos del agua son mi espejo,
los ojos cristalinos que una vez fui
ahora corren de la inundación.
El cuchillo corta mi piel de nuevo,
la voz demente suena en mi mente,
incendio, un verbo sencillo,
una acción que perdura.
El ardor está destinado a estar ahí,
es la vida, un verbo que comienza en el pasado
y perdura en el presente,
quema y destruye lo que toca.
Los girasoles se marchitan,
la senda ya no es verde,
el amor se desvanece,
grito, destino, destrucción.
Mis manos llenas de polvo me levantan del suelo,
de mis sueños,
las rosas de aquella casa abandonada
son blancas y brillantes,
perlas de un collar que cae en un viejo bar
reconstruido, tradición y costumbre.
¿Cuánto más durará este ciclo?
La voz que retumbaba en aquel cuarto
se consumió en las llamas,
se consumió en mis palabras,
como todo en mi vida,
se consume en cada cigarrillo,
en cada te amo, en cada abrazo.
Soy una llama verde brillante,
corriendo hacia lo desconocido,
todo tiene fuego dentro,
todo tiene aire, tierra, agua, medicina,
el universo coexistiendo conmigo
Nota:
Todo tiene un final, pero en ese final, encontramos la oportunidad de comenzar de nuevo. La vida es un ciclo eterno de muerte y renacimiento, y nosotros somos parte de ese ciclo. Aprendamos a abrazar la destrucción como una oportunidad para renacer y agradecer por cada experiencia que nos lleva hacia la libertad.

Feliz Cumpleaños!!!!
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